Este mes de
septiembre comienzan las inscripciones para los Juegos Deportivos Municipales
organizados por el Ayuntamiento de Madrid, y con ello las prisas entre la
juventud del barrio por reunir el dinero de la inscripción para acceder a una de
las pocas ofertas de ocio que el barrio ofrece.
En el caso del fútbol 7, por poner un ejemplo, la inscripción por equipo no baja de los 600 euros sin contar la equipación, una cifra muy difícil de alcanzar para una juventud en paro casi al 60%, con salarios de miseria y contratos basura. Aún en estas condiciones la juventud se agolpará en los Centro Deportivos Municipales de Moratalaz y Vicálvaro para agotar las escasas plazas de F7 que se ofrecen, si no tienen la opción de pagar una liga privada muchísimo más cara.
Hasta la organización por parte de los propios jóvenes en la puerta del Polideportivo para pasar lista a determinadas horas durante el fin de semana no había cómo conseguir plaza sin pasar la noche del domingo en la calle haciendo cola.
El presupuesto de los JDM es de 850.000 euros, para un total de 120.000 participantes. Es decir, el ayuntamiento invierte por cada deportista unos 7 euros, vendidos como una excelente gestión, pues prácticamente nada de lo que le es arrebatado al trabajador en forma de impuestos se le devuelve en mejorar sus condiciones de vida, algo que se nota en el pésimo estado del césped de los campos de Pavones, por ejemplo.
Al capitalismo no le interesa invertir la riqueza que los trabajadores crean en su provecho, sino que se lo adueñan para invertirlo exclusivamente en obras de infraestructura millonarias como la organización de los Juegos Olímpicos, infraestructuras que los trabajadores pagamos pero que jamás utilizaremos, y cuya única finalidad es seguir aumentando los beneficios del capital a costa de nuestro trabajo. Y es que, para el capital, la clase obrera y el pueblo trabajador no son más que una masa a la que exprimir y a la que es mejor tener en el más absoluto embrutecimiento.
Pero la juventud no debe resignarse a esta situación y conformarse con el botellón, único ocio y actividad social que nos podemos permitir. La juventud debe organizarse en asambleas barriales, en los centros de estudio y los centros de trabajo para incorporarse a la lucha general de los trabajadores por acabar con el sistema de explotación e instaurar el socialismo, único marco en que los trabajadores dispondremos del fruto de nuestro trabajo para disponerlo de acuerdo al principio de la máxima satisfacción de nuestras necesidades, creando una amplia red de centros de cultura y ocio, haciendo del deporte una parte integral de la cultura y un auténtico derecho para los trabajadores.
En el caso del fútbol 7, por poner un ejemplo, la inscripción por equipo no baja de los 600 euros sin contar la equipación, una cifra muy difícil de alcanzar para una juventud en paro casi al 60%, con salarios de miseria y contratos basura. Aún en estas condiciones la juventud se agolpará en los Centro Deportivos Municipales de Moratalaz y Vicálvaro para agotar las escasas plazas de F7 que se ofrecen, si no tienen la opción de pagar una liga privada muchísimo más cara.
Hasta la organización por parte de los propios jóvenes en la puerta del Polideportivo para pasar lista a determinadas horas durante el fin de semana no había cómo conseguir plaza sin pasar la noche del domingo en la calle haciendo cola.
El presupuesto de los JDM es de 850.000 euros, para un total de 120.000 participantes. Es decir, el ayuntamiento invierte por cada deportista unos 7 euros, vendidos como una excelente gestión, pues prácticamente nada de lo que le es arrebatado al trabajador en forma de impuestos se le devuelve en mejorar sus condiciones de vida, algo que se nota en el pésimo estado del césped de los campos de Pavones, por ejemplo.
Al capitalismo no le interesa invertir la riqueza que los trabajadores crean en su provecho, sino que se lo adueñan para invertirlo exclusivamente en obras de infraestructura millonarias como la organización de los Juegos Olímpicos, infraestructuras que los trabajadores pagamos pero que jamás utilizaremos, y cuya única finalidad es seguir aumentando los beneficios del capital a costa de nuestro trabajo. Y es que, para el capital, la clase obrera y el pueblo trabajador no son más que una masa a la que exprimir y a la que es mejor tener en el más absoluto embrutecimiento.
Pero la juventud no debe resignarse a esta situación y conformarse con el botellón, único ocio y actividad social que nos podemos permitir. La juventud debe organizarse en asambleas barriales, en los centros de estudio y los centros de trabajo para incorporarse a la lucha general de los trabajadores por acabar con el sistema de explotación e instaurar el socialismo, único marco en que los trabajadores dispondremos del fruto de nuestro trabajo para disponerlo de acuerdo al principio de la máxima satisfacción de nuestras necesidades, creando una amplia red de centros de cultura y ocio, haciendo del deporte una parte integral de la cultura y un auténtico derecho para los trabajadores.
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